Performance realizada por Noel Langone y Mariana Picart Motuzas en el marco del Festival Internacional de Danza Contemporánea del Uruguay 2017. (Fotos tomadas por Daniel Veloso)
Somos en la multiplicidad de recorridos existenciales y construcciones subjetivas, que nos revitalizan, nos regeneran, nos metamorfosean. Somos en un acontecer que se dirime en el pliegue de los límites que nos clausuran pero simultáneamente nos dinamizan. Nuestra realidad corporal se produce en una experiencia perceptiva dinámica y significativa, de apertura al mundo de la vida. En esa experiencia el cuerpo es un cuerpo lleno de intensidades que lo recorren, como composición de lentitudes y velocidades que tienen cierta potencia. El cuerpo no está aislado del afecto. Los afectos son las fuerzas del cuerpo. En las fuerzas están las posibilidades de que entre en acción, de que se componga con otros cuerpos. La composición de cuerpos y afectos que se produce en la interrelación—donde hay transmisión de movimientos—puede alterar un cuerpo de tal manera que eleve su potencia de actuar, pasando a ser un cuerpo que afirma la vida. Un ataque de caspa es un juego, un juego como movimiento de vaivén que se repite continuamente y que no está sujeto a fin alguno, como pura realización del movimiento que transforma alquímicamente el dolor en juego de sentidos.